la Puerta de ELVIRA | paseos por Granada

Cuentan las Crónicas del Reino de Granada que, allá por el siglo IX, los comerciantes y demás gentes entraban ya, de entre todas las puertas que salpicaban la muralla, por una especialmente grande y robusta. Venían desde el Oeste, por el camino de Sierra Elvira, de Atarfe. Ese camino le dio el nombre a la principal entrada a la ciudad: la Puerta de Elvira.

Este domingo el Arco de Elvira amanece sin nubes. He llegado desde los Jardines del Triunfo que, en aquel entonces, era un enorme cementerio a las puertas de la ciudad. En frente me encuentro la puerta, bella como una reina anciana. Mil años… Piensa en la Puerta de Alcalá y en Víctor Manuel, y se sonríe. Lo que tengo delante es del siglo XI, y es la parte externa. Pero, por aquellos años, la puerta era doble, en ángulo, con portalones de hierro y una barbacana, las almenas llenas de soldados, los recaudadores a la entrada revisaban las sedas y cobraban su arancel. De allí se repartían los recién llegados: al Este, por la misma calle Elvira, hacia la Puerta de Monaita, o al Oeste, por la Tinajilla, hacia la Puerta del Boquerón. Los comerciantes se llegaban hasta la Alcaicería a vender sus telas y especias. Sigo mirando la Puerta y, sin darme cuenta, ya han pasado cuatro siglos, han llegado los cristianos, los Reyes Católicos han puesto, en uno de los muros interiores, frente a la Calle Elvira, un retablo de la Virgen de las Mercedes, que Dios sabe dónde estará. Y, si cruzó la Puerta, me encuentro de frente con una pequeña ermita. La inscripción me recuerda que allí tuvo su tienda Juan de Dios, donde vendía sus libros a los obreros antes de ser San Juan de Dios. El sol ya ha salido. Mientras me vuelvo por la Placeta de los Naranjos, recuerdo que, junto a la Puerta, estuvo también la Casa de las Tumbas. ¡Qué nombre tan terrible para unos baños árabes! Pero, la verdad, es que los arcos parecían lápidas. Ya se oye algo de ruido de motores en la Gran Vía,
aunque Granada sigue en medio dormida.

Y, por mi parte, ya va siendo hora de que me marche
a desayunar. Nos vemos otro domingo cualquiera.

[Música]

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